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sábado, 31 de enero de 2009

Una posible respuesta

Dicen las estadísticas que los chavales de menos de trece años leen de forma asidua en un 85% largo. Pero al llegar a la adolescencia, el porcentaje cae a menos del 55%.

La lectura tiene unos -casi- insuperables rivales como las hormonas, un dos tres responda otra vez: las hormonas, las vicioconsolas, la televisión, internete y los chats, internete y el tuiter o como se diga, salir con amigos/as, las películas, la televisión... riiiiiiiiiiiiiiing Los chavales no leen un montón porque repiten televisión.


Leo en Público una entrevista a Manuel Vicent en la que dice cosas como:

"Los jóvenes no necesitan el esfuerzo de leer o de empezar a volar, que es lo mismo, porque les es más fácil dejarse llevar por el gran impacto visual y la saturación de imágenes que reciben".
Puede ser una de las respuestas a tan interesante pregunta. Quiero pensar que algunos de los que lo dejan, con el tiempo vuelven a retomar el apasionante hábito de lectura. No obstante, deberíamos reflexionar sobre el uso que hacemos de tan inquietante aparatejo: la televisión.

Televisiones de tubo, planas, LCD, TFT, reinas de nuestro salón. Ellas presiden, en lugar preferente nuestras comidas, nuestras cenas, nuestras sobremesas. Uno llega a casa, se pone cómodo, se tumba en el sofá y enciende la tele. Uno se va a echar la siesta (bendita costumbre) y enciende la tele. Uno no tiene ganas de hacer nada y se tumba en el sofá, pero primero enciende la tele.

¿Y qué recibimos a cambio de nuestra devoción y fidelidad? Pues en el mejor de los casos información (lo siento, de primera mano no, que para eso está la radio e internet) o entretenimiento. En el peor recibimos basura y publicidad y en el resto programas mediocres y absolutamente prescindibles.

La televisión nos da todo mascado, es fácil de consumir y no hay que hacer nada. Esa es la clave. Cuando uno ve televisión no hace nada, absolutamente nada.

Probad un día a comer o cenar con la televisión apagada. ¡Pero si se conversa! La sobremesa se convierte en una distendida conversación con tu familia y no en un ¡calla que no me dejas oír el parte! Además, se termina antes de comer y uno se mancha menos porque no está embobado mirando la cajita tonta esa.

Decía Groucho Max: "Yo encuentro la televisión bastante educativa, cuando alguien la enciende me voy a otra habitación y leo un buen libro".
Personalmente opino que los extremos nunca son buenos, pero si empleásemos todo el tiempo que perdemos en programas de televisión que ni fu ni fa en leer, al cabo del año leeríamos un buen puñado de libros. Es una opción que deberíamos considerar.

Hoy también leo en Público una noticia sobre estadísticas de lectura. Un 56% de los españoles lee con frecuencia (casi todos los días) y el perfil del lector español se consolida como mujer, universitaria y joven, que prefiere la novela, lee en castellano y en casa, por entretenimiento.

Yo leo todos los días, por lo que mi perfil encaja en que leo por entretenimiento, en casa y en castellano. ¿Joven? Hombre, pues sí. ¿Universitario? Teniendo en cuenta la de años que pasé en la uni pues también. ¿Mujer? Pues si cumplo con todo lo demás...
Verás cuando se enteren algunos parroquianos de que este gordo posadero en realidad es una mujer.
Pero de armas tomar, eso sí.

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